Verano.

Empieza el agobio, el mirar a todos lados dejándose perder entre todos los rincones de la habitación.
Suspiro tras suspiro, llenarse de aire y dejarlo salir despacio cómo si tiempo no hubiera.
Mil historias en la cabeza que sólo se quedan en fugaces cuentos, perdidos  entre tantos dolores de cabeza.
Echarte de menos y cientos de sentimientos derrochados en ti, el no notar tu presencia me aporta cansancio.
Mirar a la ventana cerrada como si fuera un límite de mi libertad, mientras veo pájaros revoloteando.
Que no hay mejor paisaje que el que se refleja en tus ojos.
Delicada y frágil cómo el cristal, a veces dura y fuerte como el acero.
Darte cuenta, que los días tristes y apagados también aparecen en el verano tan esperado.
Que prefiero tu calor, que el calor que trae este seco verano.
Melodías que hacen más llamativo todo lo que pasa por mis ojos, dejémonos de tonterías, mi melodía preferida es tu voz susurrada en mis oídos.
Silencio, late mi corazón, ese que quiere y ama tanto.
Tantos parpadeos para que en ninguno de ellos te encuentre.
Lo mismo de siempre, la misma historia que contarte que donde quieras que estés quiero observarte, darte besos y hartarte, abrir los ojos y encontrarte, dime que tus caricias no son un arte.